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viernes, 1 de abril de 2011

A ellos.

Cuando estoy lejos, en el rincón más lejano de mis recuerdos, ellos me acompañan. Sinceramente sé que no estoy solo. Hago una pausa y me detengo a pensar en ellos leyendo al viento, del cual estoy seguro me trae sus saludos. Y entonces brota de mí una sonrisa interna, la cual me recuerda las sonrisas que solo los cómplices entienden. Y entonces tengo la plena seguridad de que no estoy lejos ni mucho menos solo. Ellos, los que solo cuentas con los dedos de una mano marcan mi destino. Ellos, los que hasta el fin de mis días seguirán conmigo en el mismo lugar en donde los llevo. Tal vez no son muchos. Serán 9, 6, 3, 1. Hoy quiero decirles cuanto los extraño. Mis Amigos.

Mis amigos y yo tenemos un lazo más fuerte que el mismo lazo familiar, porque descubrimos que nos alimentamos del mismo lugar, la vida que compartimos. Nos hemos visto padecer y recomponer nuestros errores y alegrarnos por sus triunfos que son nuestros, como hermandad que somos. Nos enojamos cuando ellos tienen razón y yo los emborracho con mis locuras e ideas extrañas (sin razones según ellos). Ellos estarán siempre presentes conmigo ya sea en un día soleado o uno completamente gris. Los muertos y los vivos. Hoy, como siempre, están aquí; conmigo, apoyándome y detrás de mi dándome su apoyo, aunque se burlen de mi locura, yo se que festejaran conmigo todos y cada uno de mis logros, esa es la comunión.

No hay amigo, que se precie de serlo, en este mundo que no comparta contigo la alegría de tu decisión de irte lejos, aunque sea al otro lado del mundo, cuando él está seguro de que es ahí en donde tú quieres estar. El día que yo decidí salir de mis casa mi hermano ni cuenta se dio, me voy le dije…… vete me dijo. Mis verdaderos amigos al contrario….. Cuando estamos lejos estamos más cercanos. ¿Te acuerdas Pepe?

El día que me toco la muerte de un Amigo. Ese día, cuando me llamó Arturo, el cielo se cerró y se tornó de un gris obscuro, en una combinación de tonos de la tristeza, la amargura y la impotencia. Desde entonces comprendí que la muerte es nuestra amiga. Y solo entonces comprendí que al hablarle a mi amigo, al decirle, estoy bien, todo está bien, guárdame un lugar, El no murió. Yo estoy aquí, como siempre brindando por ti, y te extraño mucho Aníbal, Haces falta, Te extraño mucho Cabrón.

Todavía recuerdo el día en que fui a la escuela por primera vez sin conocer a nadie. Vi como llegaban todos con su mochilas y sus loncheras, algunos con el cabello con gomina y oliendo a colonia. Con sus mamás despidiéndolos en la puerta y enviándole todas sus bendiciones y besos. Nosotros, los que entrabamos al colegio, íbamos con la gran incógnita de saber ¿con quién nos íbamos a encontrar? ¿La maestra será linda y nos querrá igual que Mamá ó será un ogro que está aquí para hacernos la vida insoportable exigiendo las tareas? Lo que sintiera Mamá en verdad ni siquiera nos lo imaginamos.

Y de repente nos quedamos solos con nosotros mismos. Éramos unos cuantos. Y para ese entonces ya éramos otros. Yo estuve ahí, lo juro, viendo como cambiaba el mundo, recibiendo con ellos las primeras estrellas. En ese salón de clase lugar en el cual nos conoceríamos y soportaríamos nuestros humores y frustraciones así como mostraríamos al mundo nuestras virtudes y fortalezas. Conoceríamos a nuestros primeros amigos! Tal vez no lo crean, en ese entonces yo tampoco lo creí.

Tuve la suerte de que un amigo estuvo ahí conmigo. Tengo la suerte de saber que cuando él lo cuente, poder constatar que fue cierto. Ese día Spanky y yo supimos que el Sol saldría solo para nosotros todos los días.

Y entonces nació nuestra historia. Nos partimos la cara y nos sangramos la nariz, entre nosotros y con otros. Era entonces cuando nos palmeábamos la espalda y nos limpiábamos la sangre de la nariz, y entonces nos reíamos y nos prometíamos que todo iba a estar bien. Y el terco de Mí alegando por haberme estrellado con mi terquedad o con una variante de esta vida tan bipolar. Y me hicieron preguntas tontas y mis heridas cerraron a causa de sus burlas y perspectivas de la vida. Y la vida siguió…. y estuvo bien tal y como ellos dijeron.

A mis amigos los recuerdo a todos, uno, dos, cinco tal vez más. Pero les aseguro una cosa, a todos ellos cuando los veo es como si los hubiera visto ayer. Pero un bien día de esta vida, me acerqué a una persona de mirada firme y profunda para hablarle de mis amigos, que eran los mejores, y presumir de ellos porque me pertenecían, y me dijo…..Que bien! Yo Tengo Amigas quieres que te platique de ellas, son las mejores y son mis amigas!

Me dijo que juraba por sus vidas y que los momentos que habían estado juntas eran dignos de compartir la eternidad. Me dijo con la mirada, que su vida estaba dividida en varias partes. Me dijo que si algo les pasaba a ellas el tiempo se detendría. Que solo ellas regresarían el tiempo de la forma que pudieran y harían lo necesario para restablecer la alegría en ese corazón solidario de su Amiga. Y juntas le gritarían a la vida con todas sus fuerzas que pasara lo que pasara estarían juntas. Pasara lo que pasara pero juntas. Y que juntas declararían a los cuatro vientos que ellas eran las mejores amigas que el mundo haya dado. Eso me lo dijo Hoy. Ellas son así. Y Yo así las quiero. Aunque a veces crean que mis amigos no son como ellas. Yo sé que sí.

La vida es un camino largo, sin pavimentar y sin alumbrado. Pero estoy seguro que hacia al final será mejor. Y aquí estamos todos en bola, un grupo de cuates y no cuates que para no pasarla peor nos juntamos. Y en el capricho de juntarnos nos damos cuenta de que existen con quienes nos identificamos y con quienes no nos identificamos tanto. A algunos los admiramos a otros no, hay por quienes podríamos dar la vida y a ellos los llamamos Amigos.

Amigos, esos a quienes en el día de nuestro entierro nos estrecharemos las manos y juraremos, aunque sea por un minuto en comunión, estar siempre juntos.

A mis Amigos, quienes van más allá de lo ordinario, sin importar el género.